domingo, 20 de mayo de 2007

Tempestad

Sí; ahora sí lo llamaría tempestad.
Un tenaz murmullo sobre la vida,
un tono celoso e incomprendido,
una sincera mancha de dolor en sus ojos; en su profunda mirada.
No podía mirar atrás; ¡no! Ella no lo haría.
No podía detenerse y caminar sobre un mundo lleno de miradas rotas, de extraña amabilidad e incesante egoísmo.
No podía ni siquiera adelantarse al tiempo, como deseaba, como soñaba.
Ella, ella... Quería crear otro mundo y vivir.
Enmudecer al dolor, para que no gritase, para que no se clavase una y otra vez.
Musitar, lentamente, para olvidar al agobio.
Desinflar el poder de los más poderosos y ahogarlo, también lentamente, para acabar con la desigualdad.
Bendecir lo más profano para agotar la contradicción de lo sagrado.
Saciar nuestra sed para acabar con la mentira.
Matar a la guerra.
Liberar a la libertad.
Amar.


26.01.06

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