jueves, 12 de abril de 2007

Mientras el otoño inunda las calles

Ya nada era lo que parecía.
Recuerdo como ella, cada atardecer, contemplaba como el otoño inundaba las calles.

Yo permanecía en silencio, su mirada llena de miedos me incomodaba.
La visitaba todos los días, era una gran amiga y aunque la mayoría de las veces el silencio se apoderaba de nuestras palabras, me gustaba observarla...
Una tarde llamé a la puerta, como de costumbre, pero nadie me abrió.
Un aroma inquietante rodeaba aquel lugar, el día pálido, los pájaros parecían quejarse de dolor, las miradas de la gente que por allí pasaban eran tristes, sin sentido y yo ahora me encontraba solo, perdido en un mundo extraño, ya que aunque fuera difícil de creer sin ella no era nada, yo la adoraba, siempre la había adorado...
Estaba preocupado, ya que ella era demasiado obsesiva, demasiado compulsiva, demasiado impredecible...
Hace unos años ocurrió algo parecido:
Una tarde cálida, llena de recuerdos, ella decidió cerrar todas las puertas, decidió desaparecer por un tiempo, y sólo observar tranquila la llegada del desolador otoño, o tal vez la llegada de otra vida...
Predecía que estaba vez pasaría igual, aunque definitivamente fuera para siempre. Después de rondar por las calles de aquel pequeño y triste pueblo, decidí cambiar mi manera de pensar sobre ella, decidí ayudarla a seguir adelante, decidí tenerla en mis brazos para siempre.
Me apresuré, y cuando llegué a aquella vieja mansión, entré en el jardín, en aquel jardín lleno de margaritas deshojadas, lleno de despojos, árboles muertos, hojas secas, aquel jardín sin vida.
Estuve rondando por allí y encontré una pequeña ventana entreabierta que daba al salón. Con mucho cuidado me asomé y pude ver como mis confusos pensamientos se hacían por desgracia realidad.
La locura envolvía su cuerpo, ella estaba pálida, con miedo.
Yo no la reconocía, sus silenciosas lágrimas, su mirada muerta...
Y mientras ella recordaba aquel seco atardecer de otoño que marcó su vida, su locura se volvía más visible y después de todo, decidió quitarse la vida pero antes escuché un leve susurro:
-Lo haré poco a poco, jugando con mi vida, como cada atardecer, contemplando como el otoño inunda las calles...

2005

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