jueves, 12 de abril de 2007

Duelo entre gotas de lluvia

-¡Resbala!-gritaba uno de los niños, deseando que aquella perfecta gota recorriese su camino lo antes posible. -¡Vamos! ¡Vamos!-decía una y otra vez.
Mientras, a su lado, una niña de ojos grises se concentraba en el mismo deseo pero no decía nada, ni una palabra salía de sus pequeños labios.
Ella permanecía en silencio, con esa enorme mirada grisácea, apuntando a la fina gota, a la gota que la pertenecía.
La observaba como si fuera su vida, resbalando, pasando poco a poco pero a la vez tan rápido que llegaba al borde del cristal y nadie se daba cuenta, nadie lamentaba su pérdida cuando aquella gota estallaba agotando su vida, dejando paso a otras suaves y finas gotas.
-¡Nosotros podemos ganar!-repetía el niño hasta quedarse sin aliento.
Pero su gota no avanzaba. Había permanecido intacta, en una esquina del mojado cristal, esperando.
La niña seguía sumida en el silencio, observando como su gota corría sin cesar.
Esto le recordó a algo, era como la sangre que derramaba su madre, era como aquel día oscuro en el que el tiempo se agotaba y ya no quedaba nada, solo sangre iluminada por un cielo roto de esperanza.
El viento azotaba su mente. Sangre, vacío, amor, lluvia, muerte.
La desesperación se apoderó de la niña. Salió corriendo presa del pánico que le resultaba recordar una y otra vez lo que había sido su vida. Se acurrucó en una esquina.

---------------------------------------



El niño gritaba eufórico hasta que consiguió que su gota adelantase a la de la niña.
Gritó y gritó. Se llenó de euforia y alegría. Había conseguido ser algo más. Sentía orgullo. Ahora poseía la superioridad en sus venas.
Se dio la vuelta y observó lo que en realidad era todo aquello, sintió añorar una vida. Estaba en un lugar lleno de niños como él, niños que deseaban ser acogidos por alguna familia; niños faltos de cariño, niños que esperaban cada mañana, niños que competían con las gotas de lluvia, niños vencidos, niños mudos, niños muertos por dentro.
Apartó su mente de estos pensamientos, se guió por la luz gris que desprendía su mirada, la de ella y la encontró alimentando sus lágrimas con la más profunda oscuridad
Estaba sentada, con la cabeza apoyada en las rodillas. Él se acercó a su sedoso pelo y la besó. Después, desapareció como la lluvia.
Él se marchó pero volvería a buscarla. Siguió observando la lluvia, deseando que las finas gotas recorriesen el cristal sin pensar, lo recorriesen como si él las empujase poco a poco, lentamente, una a una.


Ella esperaba a la lluvia día tras día. Y contaba las gotas, contaba los días, sentía como le añoraba, sentía como le amaba.




02.02.06

No hay comentarios: